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lunes, 30 de enero de 2012

Footloose (1984)


Ya que ahora han hecho una nueva versión decidí ver la película original, la cual nunca había visto y que es para mí la que verdaderamente vale la pena. Solo he visto el trailer de la nueva, pero no necesito más. Vale, sí, la historia es la misma e incluso calcan muchas escenas, pero para mí no es Footloose. ¿Por qué? Pues por la música. Las canciones tan guays y míticas de rock 'n' roll de la original son sustituidas aquí por hip hop. ¿En serio? ¿Are you kidding me? ¿Qué tiene eso de guay? Eso ni siquiera es música (por favor, que nadie se ofenda). A mí me gusta el heavy y el rock pero también la música normal (que conste que no soy de los que bailan; sigo la máxima de Homer Simpson: “si algo no se te da bien, no lo intentes”), prueba de ello es que me lo he pasado de maravilla viendo Glee, pero, ¿qué haces con el hip-hop, mover la cabeza? Absurdo. En vez de Footloose esta parece otra secuela más de Street Dance, que ya lleva 3 o 4. No sé qué les pasa a los chavales de ahora que solo escuchan esta música. Pantalones anchos, gallumbos asomando, gorras de lado, cascos que parecen orejeras... Es como ser un personaje en “La Invasión de los Ladrones de Cuerpos”.
Aayy, qué a gusto me he quedado. Bueno, creo que me estoy yendo por las ramas, así que ahora me centraré en hablar de la película.

En el pueblo de Bomont unos chicos mueren en un accidente de coche al salir de una fiesta y el Consejo del Ayuntamiento toma la decisión de prohibir el baile y la música rock. Ren (Kevin Bacon), el protagonista, se traslada con su madre al pueblo desde Chicago y cuando descubre estas prohibiciones no acaba de creérselo, y claro, se mete en algunos líos. Ren conoce a Ariel, la hija rebelde del reverendo, que está saliendo con el macarra del pueblo, y empieza a pasar el rato con ella, granjeándose así la enemistad del tipo. Ren estaba acostumbrado a pasárselo bien en Chicago, a la fiesta, el baile y la música, y vivir en Bomont es como vivir en un estado policial donde todo lo bueno está prohibido, así que una noche va con Ariel y un par de amigos al pueblo vecino y les enseña lo que se están perdiendo. Esto hace que se le ocurra la brillante idea de organizar un baile, pero no lo tendrá fácil, porque deberá convencer al Consejo y sobretodo al reverendo, el principal defensor de la prohibición, ya que uno de los chicos que murió era su hijo.

Esta es una de las películas más representativas de la década de los 80 y se convirtió en todo un fenómeno de masas, dando voz a todos esos adolescentes oprimidos que, como su protagonista, sentían que no tenían ni voz ni voto en el devenir de sus propias vidas y no tenían más opción que acatar a rajatabla lo que los adultos les dijeran (o al menos es así como yo lo veo). Porque a pesar de ser una película para pasarlo bien y disfrutar de la música y de las fantásticas coreografías de sus protagonistas, también es una película que te hace pensar, porque a raíz de un terrible accidente la libertad de los jóvenes queda reducida a la mínima expresión. No es solo que esté prohibido bailar y escuchar música rock, sino que es ILEGAL, y por si esto no fuera poco, llega un momento en la película en que se organiza una quema de libros, libros que ciertas personas consideran poco apropiados y una mala influencia para la juventud (aquí me llevé las manos a la cabeza, incapaz de creer lo que estaba viendo. Incluso llegué a pensar que no estaba viendo Footloose, sino Fahrenheit 451).

¡Oh, My God! Quién la ha visto y quién la ve
Pero dejemos las reflexiones filosóficas aparte y centrémonos en lo que mola. Esta fue la película que lanzó a la fama a su protagonista, un joven y hasta entonces desconocido Kevin Bacon (¡madre mía, qué joven!), pero no es el único rostro conocido que aparece en la película. Sarah Jessica Parker interpreta a la amiga de Ariel, y aquí está a años luz de su Carrie Bradshaw (por Dios, si tiene un rastrojo por pelo; parece el antes y el después), y hasta sale el malogrado Chris Penn, cuando estaba delgado y aún no se había metido en las drogas. Pero el que destaca sobre los demás es John Lithgow, que interpreta magníficamente al reverendo (¡aún tenía pelo!).

Por último, una selección de lo que para mí son los mejores momentos de la película:
Para empezar, los créditos de la cabecera. Mientras aparecen los nombres de los actores se escucha la canción que da título a la película y la cámara enfoca los pies de distintas personas (una cada vez) y cada uno baila a su manera. Es algo genial de ver. Otro de los momentos importantes es el de la fábrica abandonada. Después de meterse en varios líos Ren tiene una bronca monumental con su tío y se escapa de noche a la fábrica abandonada, y para liberar toda la rabia contenida le da caña a la radio y empieza a bailar por todo el lugar hasta acabar reventado (esta escena me recordó a una idéntica en “Billy Elliot”, que también me encantó).
Otro momento importante es cuando Ren se presenta ante el Consejo y les suelta un discurso (magnífico y muy convincente en mi opinión) para convencerles de que les permitan organizar un baile. El tío empieza a recitar versículos de la Biblia donde se ensalza el baile como celebración de la vida y de adoración hacia Jesús. Ren no logra convencerles, pero luego se produce la quema de libros y tras detenerla, el reverendo empieza a replantearse su postura acerca de la prohibición (es un tanto contradictorio que esté en contra de la censura de libros pero a favor de prohibir el baile y la música) y al final les da permiso para organizar el baile.
Por último, el clímax de la película transcurre, cómo no, en el baile. Al principio nadie se anima a bailar, hasta que aparecen Ren y Ariel y se ponen a bailar una lenta, y todos salen a la pista. Mientras, fuera, el macarra con el que salía Ariel aparece con unos colegas y le dan una paliza al amigo de Ren. Éste sale con los suyos y comienza una batalla campal que acaba con el macarra mordiendo el polvo. Entonces entran de nuevo y es cuando comienza la verdadera fiesta, con todo el mundo poniéndose a bailar como posesos, al ritmo de la canción que da título a la película.

Os recomiendo encarecidamente que veáis lo antes posible esta película, porque a pesar de tener casi 30 años hará que os lo paséis de maravilla.


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