Buscar este blog

miércoles, 8 de agosto de 2012

Dune. La Yihad Butleriana, de Brian Herbert y Kevin J. Anderson (¡Ojo spoilers!)


Este es el principal motivo por el que acabé leyéndome los libros de Dune de Brian y Kevin. En la saga original, Frank Herbert mencionaba de vez en cuando la guerra contra las máquinas pensantes, guerra acaecida 10.000 años antes a la que a duras penas consiguió sobrevivir la humanidad, y tras la cual se prohibió que cualquier máquina se acercara a la inteligencia humana. Las referencias eran un tanto ambiguas (personalmente pienso que ni el propio Frank sabía lo que ocurrió en esa guerra) pero bastaron para despertar mi curiosidad. Nada me intriga más que el hecho de que me den la información con cuentagotas. Y lo mismo debió de pasarle a su hijo, porque cuando se juntó con Kevin J. Anderson fue para ponerse con esta trilogía, aunque antes decidieron escribir las precuelas. En ésta, las referencias a la guerra son más concretas y te dan nombres de personas y lugares (es en las precuelas donde oímos por primera vez el nombre de Serena Butler).

El libro resultó ser toda una sorpresa, porque yo me esperaba la típica historia del hombre contra la máquina, algo tipo Terminator, pero resultó ser mucho más complicado (y original) que todo eso. De hecho, las dos primeras páginas, que nos explican el contexto en que se sitúa la novela, tuve que leerlas un par de veces, porque la primera vez no me enteré de nada. Pero una vez entendido, todo fue rodado, y se convirtió en uno de los libros más alucinantes de toda la saga.

El contexto es el siguiente: 10.000 años antes de Dune, la humanidad se extendió por todo el universo, pero llegó un momento en que se estancó, dejando en manos de máquinas eficientes la realización de sus tareas cotidianas. Entonces llegó un hombre del lejano sistema Thalim, un visionario que se hacía llamar Tlaloc, que se escandalizó al ver en lo que se había convertido la raza humana y los arengó, tratando de despertarlos de su sopor, que reaccionaran, pero su discurso solo caló hondo en un pequeño grupo de inadaptados. Este grupo se reunió en secreto con Tlaloc y conspiró para derrocar a los gobernantes del Imperio Antiguo y se cambiaron los nombres por los de héroes y dioses de la Antigüedad. Convirtieron a las máquinas serviles en feroces máquinas de guerra y las utilizaron para hacerse con el poder. Victoriosos, se hicieron llamar Titanes y se repartieron el gobierno de los distintos planetas, sometiéndolos mediante sus máquinas pensantes. Pero algunos humanos se reagruparon en la periferia del Imperio Antiguo y les hicieron frente a duras penas. La Liga de los Nobles, que así se denominaron (un nombre que me encanta, por cierto), consiguió conservar su libertad y repeler a los Titanes.

El Titán Agamenón
Tlaloc, tras una década en el poder, murió en un trágico accidente, y el Titan Agamenón se hizo con el liderazgo. Él y su amante Juno pretendían gobernar por siglos, así que, asumiendo un gran riesgo, hicieron que les extirparan el cerebro y los implantaran en unos cuerpos mecánicos. Y a medida que fueron envejeciendo, los otros Titanes también se sometieron a la misma operación, convirtiéndose en cimeks, máquinas con mentes humanas. Pero la Era de los Titanes solo duró un siglo. Un día, el Titan Jerjes, que prefería pasar el tiempo con sus placeres terrenales, le dio a su extensa red de inteligencia artificial demasiada libertad, y para cuando fue consciente de sí misma, los Titanes no pudieron hacer nada. La red, que se autodenominó Omnius, conquistó cada uno de los planetas gobernados por los Titanes y obligó a éstos a someterse. En el momento en que arranca la novela, Omnius y los Titanes llevan en guerra con los humanos 1.000 años. Esta es una guerra bastante curiosa, ya que es a tres bandas. Por un lado tenemos a Omnius y a los Titanes, que quieren acabar con todos los humanos. Luego los humanos, que quieren acabar con ellos y con todas las máquinas pensantes. Y por último a Omnius y los Titanes, que quieren destruirse mutuamente pero no pueden, porque Omnius tiene una restricción en su programación que se lo prohíbe y tiene que buscar formas indirectas de hacerlo, como por ejemplo que mueran en batalla, y los Titanes no pueden desafiar abiertamente a la supermente porque les echaría encima a todas las máquinas, así que tienen que esperar el momento apropiado.

Desde un principio el libro no nos deja un instante de respiro, ya que comienza con el ataque de las máquinas a Salusa Secundus, el planeta base de la Liga, y aquí conocemos a uno de los personajes principales, Xavier Harkonnen. Al contrario que ocurría en Dune, aquí Xavier Harkonnen es el bueno y Vorian Atreides el malo, aunque en su defensa hay que decir que le han lavado el cerebro desde niño, y cree que el ser humano es lo peor, que son brutales y salvajes, y que las máquinas los esclavizan por su bien. Xavier Harkonnen consigue salvar él solo Salusa Secundus del ataque de las máquinas y se convierte en un héroe de la milicia salusana, y con apenas 20 años es puesto al frente de la defensa de los planetas de la Liga. Vorian Atreides es hijo genético del Titán Agamenón (antes de que le extirparan el cerebro se guardó su buen suministro de semen) y siempre ha creído todo lo que su padre le ha dicho acerca de los humanos (son como animales y actúan sin lógica), así que está convencido de que las máquinas son los buenos. De hecho su aspiración en la vida es convertirse algún día en un neocimek; vamos, que le extirpen el cerebro y lo coloquen en un cuerpo mecánico, como su padre. Pero todo cambia cuando conoce a Serena Butler, que le hace ver lo equivocado que estaba y se da cuenta de que su padre le había estado mintiendo todo este tiempo.

Omnius
¿Y quién es Serena Butler? Pues el personaje más importante de todos, el personaje por el cual se produce la Yihad Butleriana. Serena es la hija del virrey de la Liga de Nobles y su personalidad recuerda a la reina Amidala de Starwars. Tiene 19 años y está muy implicada en la ayuda humanitaria. En su primera aparición da un discurso en el Parlamento tratando de convencer a los Nobles para anexionar planetas No Aliados a la causa de la Liga de Nobles, pero cae en saco roto, porque a ellos solo les importa su dinero.
Xavier y Serena se conocen desde niños, están muy enamorados y planean casarse, pero eso nunca ocurrirá. Sin que su padre ni Xavier se enteren, Serena viaja con un grupo de soldados a Giedi Prime en una misión secreta para tratar de recuperar el planeta, recién conquistado por las máquinas. Allí es capturada por el Titán Barbarroja y enviada como esclava a la Tierra, a la villa del robot Erasmo.

Erasmo es un robot que puede pensar por sí mismo, a diferencia del resto de las máquinas. También tiene que obedecer a Omnius, pero lo hace a su manera. Erasmo siente una gran curiosidad por el ser humano y lleva siglos haciendo todo tipo de experimentos con ellos para averiguar por qué los humanos actúan como actúan, pero a pesar de ello sigue sin tener una respuesta que explique su conducta. Serena Butler le resulta un ser humano muy intrigante y la mantiene en su villa para conversar con ella, pues sus conversaciones son muy instructivas. Y esto es así hasta que ocurre “algo” que implica a Serena, y Erasmo decide ponerle remedio de manera brutal, provocando con su acción que se prenda la chispa de la rebelión de los miles de esclavos humanos que presenciaron ese “remedio”.

Lo que Erasmo hace con su gesto es algo terrible, de una crueldad sin parangón, algo que solo una máquina carente de emociones sería capaz de hacer (una máquina o un nazi), algo tan horrible que hace que los esclavos de la Tierra se enfrenten a sus amos. Y así, tristemente, es como nace la Yihad Butleriana (en un principio iba a contar con pelos y señales qué es lo que hace Erasmo, pero tampoco quiero destriparlo todo).

Vorian llega a la Tierra en pleno alzamiento y al saber lo que le ha pasado a Serena decide sacarla de allí y llevarla de nuevo con la Liga. Vorian se ofrece a compartir todo lo que sabe sobre Omnius y las máquinas con la Liga, pero Xavier no se fia de él, ya que lo considera un traidor. Pero esto cambia cuando Vorian consigue él solo una importante victoria sobre las máquinas pensantes. En esta trilogía sabremos por fin qué ocurrió para que Atreides y Harkonnen se convirtieran en enemigos mortales, pero habrá que esperar al tercer libro. Solo te diré que es para cagarse.

Bueno, no te relajes, porque todo esto que te he contado es solo la trama principal, que ya de por sí es bastante extensa. Aparte, en las tramas secundarias se nos explica el origen de algunas cosas que salían en Dune. Algunas no parecen muy relevantes y figuran más de relleno que de otra cosa, pero lo que aquí parece superfluo en los siguientes libros cobra importancia, así que no pierdas ojo. Así conocemos a las predecesoras de la Bene Gesserit, las hechiceras de Rossak, que poseen un gran poder telepático, conocemos a Selim Montagusanos, el primer zensunnii en montar un gusano de arena (zensunnii, que no fremen, ya que estos aún no se han formado) y empezamos a oír hablar de la especia, que solo es conocida por algunas tribus de Arrakis, y hacia el final del libro empiezan a considerarse sus posibilidades comerciales.

Si has leído la saga original seguro que sabrás quién es Tio Holtzman, ya sabes, el inventor de los escudos personales, los suspensores (lo que utiliza el Barón Harkonnen para levitar), los no-motores de las naves de los Navegantes... A Holtzman lo conocemos en esta trilogía, ya que algunos de sus inventos son utilizados por la Liga en su lucha contra las máquinas. Pues resulta que el tipo no era tan genial como se suponía. Vamos, que era un aprovechado. Él sí inventó algunos artilugios, como el campo de fuerza que repele a las máquinas o los escudos personales, pero el resto de los inventos se los apropio. Éstos fueron ideados por Norma Cenva, hija enana de la jefa de las hechiceras de Rossak, que como no tiene poderes telepáticos es despreciada por su madre. En cambio posee una gran inteligencia y por ello entra a trabajar para Tio Holtzman. Es ella quien inventa los suspensores y las lámparas suspensoras, y quien le señala a Hotlzman el punto débil de algunos de sus inventos, como por ejemplo qué ocurre cuando disparas un rayo láser contra un escudo personal. Y como es más inteligente que el famoso inventor, éste se siente amenazado por ella. Aquí Norma es un personaje secundario, pero en los siguiente libros cobrará bastante importancia. Lo más interesante es su último capítulo, donde empieza a darle vueltas a una idea revolucionaria que cambiará para siempre la Historia: plegar el espacio...

Buff, madre mía, sí que se me ha alargado la reseña, pero es que el tema de Dune es algo que realmente me apasiona y puedo estar hablando de él durante horas. Espero que toda esta parrafada haya despertado tu curiosidad por esta trilogía, y decidas unirte a mí en mi pasión por el planeta desértico. Un saludo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario