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martes, 28 de mayo de 2013

La Torre Oscura IV: Mago y Cristal, de Stephen King


Puff, pensé que no me iba a dar tiempo a acabarlo. La lectura conjunta de este libro empezaba el 6 de mayo y terminaba el 26, pero antes quería leerme el de Insomnia, por su relación con la saga. Mi plan era hacerlo la primera semana de mayo para así empezar este libro el 6 o el 7, pero antes de Insomnia estuve leyendo el de los Pilares de la Tierra, y me llevó más tiempo del que pensaba, y no pude acabar el de Insomnia hasta el 14 o el 15, con lo que me dejaba semana y media para leerme el de LTO4, tiempo más que justo (930 páginas a 100 al día, lo acabaría en la fecha límite), pero al final me sobraron dos días. A ver si no me vuelve a pasar con el siguiente.

En las primeras 100 páginas se resuelve el asunto que quedó abierto al final del libro anterior, la batalla de adivinanzas entre el Ka-tet de Roland y Blaine el Mono, el tren en el que cruzan las tierras baldías en dirección a Topeka, a mil kilómetros por hora, y sorprendentemente es Eddie el que les salva el pellejo. Esta Topeka no pertenece al mundo de Roland ni al de Eddie, Jale y Susannah, sino que es la Topeka del libro de Apocalipsis, y el Ka-tet descubre los estragos que hizo el Capitán Trotamundos en este mundo. Allí hallan una raedura, un desgarro en el tejido de la existencia (consecuencia de que el mundo se haya movido) que emite un agudo y terrible chirrido, que hace rememorar a Roland su primera misión como pistolero y su apasionada y trágica historia de amor con Susan Delgado, la chica de la ventana.

Tengo amigos a los que este libro les parece el más flojo de la serie, pues se centra en la historia del amor de Roland y deja la búsqueda de la Torre un poco de lado, pero para mí es de los mejores de la serie. Me encanta descubrir a un joven Roland aún no obsesionado con la Torre ni de corazón tan duro y frío como será de adulto, y capaz de perder la cabeza por una chica guapa como cualquier chico de su edad. Me encantala explicación acerca de las bolas de cristal (atentos a la Trece Negra), la parte de la intriga que afecta a John Farson y toda su conspiración, pero sobretodo la bonita aunque triste historia de amor de Roland y Susan. Ahora no tanto porque ya es mi tercera lectura, pero la primera vez que lo leí no era capaz de dejar de leer. La parte de Roland y Susan era mi favorita, porque desde el primer libro sabes que acaba mal, así que a medida que se acercaba el fatídico desenlace me resultaba imposible parar (como le pasaba a Rhea con la bola) y me entraban ganas de gritarle a Roland: “¡Tío, espabila y abre los ojos!” Ahora no me puse histérico, pero me sigue gustando esta parte.

Otra cosa que estaba impaciente por ver era a los amigos de juventud del pistolero, sobretodo a Cuthbert, ya que en los libros anteriores Roland nos dice lo mucho que Eddie se lo recuerda, y lo cierto es que son bastante parecidos, ambos siempre están de broma, hasta en las peores situaciones. Y no hablemos de Rhea de Coos, uno de los peores villanos salido de la mente de King. Una auténtica bruja, literal y figuradamente (ojalá sai King escriba algún día lo del enfrentamiento final entre Roland y ella).

En definitiva, un muy buen libro de la Torre Oscura que nos desvela un episodio trascdendental en la vida de Roland de Gilead.

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