Puff,
pensé que no me iba a dar tiempo a acabarlo. La lectura conjunta de
este libro empezaba el 6 de mayo y terminaba el 26, pero antes quería
leerme el de Insomnia, por su relación con la saga. Mi plan era
hacerlo la primera semana de mayo para así empezar este libro el 6 o
el 7, pero antes de Insomnia estuve leyendo el de los Pilares de la
Tierra, y me llevó más tiempo del que pensaba, y no pude acabar el
de Insomnia hasta el 14 o el 15, con lo que me dejaba semana y media
para leerme el de LTO4, tiempo más que justo (930 páginas a 100 al
día, lo acabaría en la fecha límite), pero al final me sobraron
dos días. A ver si no me vuelve a pasar con el siguiente.
En las
primeras 100 páginas se resuelve el asunto que quedó abierto al
final del libro anterior, la batalla de adivinanzas entre el Ka-tet
de Roland y Blaine el Mono, el tren en el que cruzan las tierras
baldías en dirección a Topeka, a mil kilómetros por hora, y
sorprendentemente es Eddie el que les salva el pellejo. Esta Topeka
no pertenece al mundo de Roland ni al de Eddie, Jale y Susannah, sino
que es la Topeka del libro de Apocalipsis, y el Ka-tet descubre los
estragos que hizo el Capitán Trotamundos en este mundo. Allí hallan
una raedura, un desgarro en el tejido de la existencia (consecuencia
de que el mundo se haya movido) que emite un agudo y terrible
chirrido, que hace rememorar a Roland su primera misión como
pistolero y su apasionada y trágica historia de amor con Susan
Delgado, la chica de la ventana.
Tengo
amigos a los que este libro les parece el más flojo de la serie,
pues se centra en la historia del amor de Roland y deja la búsqueda
de la Torre un poco de lado, pero para mí es de los mejores de la
serie. Me encanta descubrir a un joven Roland aún no obsesionado con
la Torre ni de corazón tan duro y frío como será de adulto, y
capaz de perder la cabeza por una chica guapa como cualquier chico de
su edad. Me encantala explicación acerca de las bolas de cristal
(atentos a la Trece Negra), la parte de la intriga que afecta a John
Farson y toda su conspiración, pero sobretodo la bonita aunque
triste historia de amor de Roland y Susan. Ahora no tanto porque ya
es mi tercera lectura, pero la primera vez que lo leí no era capaz
de dejar de leer. La parte de Roland y Susan era mi favorita, porque
desde el primer libro sabes que acaba mal, así que a medida que se
acercaba el fatídico desenlace me resultaba imposible parar (como le
pasaba a Rhea con la bola) y me entraban ganas de gritarle a Roland:
“¡Tío, espabila y abre los ojos!” Ahora no me puse histérico,
pero me sigue gustando esta parte.
Otra
cosa que estaba impaciente por ver era a los amigos de juventud del
pistolero, sobretodo a Cuthbert, ya que en los libros anteriores
Roland nos dice lo mucho que Eddie se lo recuerda, y lo cierto es que
son bastante parecidos, ambos siempre están de broma, hasta en las
peores situaciones. Y no hablemos de Rhea de Coos, uno de los peores
villanos salido de la mente de King. Una auténtica bruja, literal y
figuradamente (ojalá sai King escriba algún día lo del
enfrentamiento final entre Roland y ella).
En
definitiva, un muy buen libro de la Torre Oscura que nos desvela un
episodio trascdendental en la vida de Roland de Gilead.
No hay comentarios:
Publicar un comentario