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jueves, 6 de marzo de 2014

El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, de Haruki Murakami


De Murakami empecé leyendo “Tokio blues”, que me encantó, y luego siguió “After dark” y “De qué hablo cuando hablo de correr”. La obra de Murakami suele ser bastante surrealista, mezclando fantasía o ciencia-ficción con el mundo real, aunque son una fantasía y ciencia-ficción algo atípicas, así que opté por empezar con sus libros más normales para ir acostumbrándome a su prosa tan peculiar. Aparte de estos tres, en mi biblioteca también tienen el presente libro, “Kafka en la orilla”, “1Q84 (Libros 1 y 2)” y “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”, y escogí éste simplemente porque era el menos extenso.

Aquí Murakami nos presenta dos historias paralelas que nos va contando de forma intercalada. La primera transcurre en una ciudad rodeada por una gran muralla. El protagonista, del que no sabemos el nombre, acaba de llegar y lo separan de su sombra y le arrebatan sus recuerdos, condiciones indispensables para poder entrar en la ciudad. Allí existen grandes manadas de unicornios cuyo pelaje cambia de color al llegar el otoño, y la labor de nuestro protagonista es leer los viejos sueños guardados en el interior de los cráneos de los unicornios muertos. Su sombra le encarga que recorra toda la ciudad y le haga un mapa para así tratar de salir de allí y el protagonista, por su parte, tratará de buscar la manera de recuperar sus recuerdos.

La otra historia transcurre en un Tokio distópico de un futuro no muy lejano. El protagonista, del que tampoco sabemos el nombre, es una especie de informático que trabaja para una gran organización que está en guerra con otra por hacerse con el control exclusivo de la información. El hombre utiliza su cerebro como el disco duro de un ordenador: mete en él los datos que le proporciona el cliente que lo contrata, los somete a un proceso llamado shuffling, del que no se nos dan demasiados detalles, y luego los saca y se los devuelve.
Los servicios del protagonista son requeridos por un excéntrico científico que vive escondido en la red de alcantarillado y que ha hecho importantes experimentos sobre la conciencia y la mente.

Hay que decirlo, el libro es bastante raro. Las primeras 100 páginas son algo lentas y confusas, porque te encuentras todo esto de unicornios, sombras, shuffling y lecturas de sueños y no sabes cómo tomártelo. Pero una vez pasado ese punto y una vez te acostumbras al tono del libro, éste resulta ser bastante bueno. Además, el libro guarda unas cuantas sorpresas y revelaciones que lo mejoran notablemente. Ambas historias corren paralelas y sin aparente relación, pero al final resulta que sí la tienen, y lo que se dice acerca de la conciencia me gustó especialmente. Me recordó aquella miniserie de Jim Caviezel, The Prisoner, aunque en aquella la explicación final me pareció decepcionante y aquí tiene bastante sentido.
En definitiva, es un muy buen libro de Murakami, un candidato perfecto para iniciarse con los que yo llamo sus libros raros. Ahora, creo que el próximo será el de Kafka en la orilla, pero dentro de un tiempo.

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