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jueves, 24 de abril de 2014

La Larga Marcha, de Stephen King (Richard Bachman) (¡pequeño spoiler sobre el final, atención!)

Aparentemente la novela transcurre en un mundo similar al nuestro, aunque algunos detalles nos hacen pensar en algún tipo de estado policial; todo aquel que habla mal del Comandante y/o de la Larga Marcha “desaparece” de noche y no se le vuelve a ver. Aquí el acontecimiento que paraliza la nación no es la Superbowl sino la Larga Marcha. Es una especie de Maratón en la que participan jóvenes de menos de 18 años y tienen que recorrer buena parte del estado de Maine, al menos 500 y pico kilómetros. Las normas son sencillas. Puedes ir corriendo o andando, siempre que no bajes de los 6,5 km/h, pero a partir de que empiezas ya no puedes detenerte en ningún momento, ni para dormir, ni para hacer tus necesidades, ni si te da un calambre o tropiezas. No hay excusa que valga. Si por cualquiera razón bajas de los 6,5 km/h te dan un aviso; tras el tercero te vuelan la cabeza, así de simple. Aunque los avisos pueden ser borrados si estás una hora sin recibir ningún otro (es una hora por cada aviso). Solo uno será el ganador, todos los demás caerán por el camino, y éste conseguirá, aparte de una cuantiosa suma económica, aquello que más desea en el mundo. 

Nosotros nos enteramos de todo esto a través de los ojos del protagonista, Ray Garraty, un chico de Maine cuyo padre “desapareció” tras hablar mal de la Larga Marcha y que participa en ella pese a la insistencia de su madre en todo momento de que no lo haga, que cambie de opinión (cosa que no hace). Ray se hace amigo de unos chicos que como él esperan a que se les asigne un número y cuando comienza la Larga Marcha van todos en el mismo grupo, hablando de sus cosas, conociéndose, hablando de sus motivaciones para participar en ella, ayudándose entre ellos cuando los ánimos flaquean y alguno decide arrojar la toalla, y contando anécdotas de otras Marchas, de participantes que se quedaron congelados en el sitio y recibieron los tres avisos seguidos y de otros que trataron de huir, inútilmente. Pero al final solo puede haber un ganador, así que los que aún siguen en pie en el tramo final deciden ir cada uno a lo suyo y dejar de ayudarse.
Me leí este libro hace años, pero entonces el final no lo entendí muy bien, me pareció muy abstracto y nada claro. He vuelto a leerlo ahora porque decidí leerme de nuevo todos los libros de “Richard Bachman”, y de paso ver si con una segunda lectura lo entendía mejor. Les pregunté a algunos colegas que se habían leído el libro qué habían entendido ellos, y la mayoría llegó a la misma conclusión, la misma a la que esta vez también he llegado yo; que el ganador, pese a llegar extenuado a la meta, aún saca fuerzas para seguir corriendo y un poco más adelante me imagino que acabará desplomándose y muriendo de puro agotamiento. 

Finales aparte, el libro me ha gustado mucho. Los libros de Bachman me gustan especialmente porque suelen hacer mucha crítica social. En “Rabia” un chico mata a su profesora y secuestra a sus compañeros de clase, y se dedican el tiempo a hablar de lo mal que está la sociedad, de sus problemas y tal, y al final, todos menos uno, se ponen de su parte. “El fugitivo” trata de un reality show en el que los concursantes se juegan literalmente la vida, y este libro es muy similar, porque solo uno de los 100 llegará con vida a la meta. Además no hay tanta libertad como nos quieren hacer creer; el Comandante y sus soldados son los que establecen la ley, y el que los critica o a la Larga Marcha, adiós muy buenas.
Una cosa que destaca mucho en el libro es la reacción de la gente ante el paso de los corredores. Amontonados tras las barreras, con pancartas, vitoreando a sus corredores favoritos (sobretodo a Ray, que es el único de Maine) y deseando tocarlos o besarlos, pero sobretodo ver cómo éstos son despachados por su culpa, por hacerles parar, y son salpicados con su sangre. Así es como “Richard Bachman” nos muestra la verdadera naturaleza del ser humano, ese morbo por ver cómo quitan una vida delante de ti, y lo cierto es que resulta bastante chocante.
Y qué decir de la intransigencia de los vigilantes, que no dejan pasar una. Menuda frialdad. ¿Tienes un calambre o una piedra en el zapato? Búscate la vida. Qué cabrones. Pero todos estos ingredientes convierten a éste en un muy buen libro, de fácil lectura y muy ameno, tan fácil que te enganche como cualquiera de sus mejores libros. Además hay que reconocerle su mérito a Bachman, porque escribir un libro de 300 y pico páginas sobre unos tipos que van corriendo o andando a un buen ritmo todo el tiempo no parece cosa fácil. Sería interesante que hicieran la película, ahora que están tan de moda este tipo de historias.

1 comentario:

  1. Excelente reseña, Doctor Lecter.
    Personalmente, es el libro que más mes gustó de todos los escritos por Stephen King bajo el seudónimo de Richard Bachman. Su forma de redactar violencia, allí, estremece.
    ¡Saludos!

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