Buscar este blog

miércoles, 20 de agosto de 2014

Theodore Boone. El activista, de John Grisham

En Strattenburg van a construír una carretera pese a que no hace ninguna falta y mucha gente se va a ver afectada porque les van a expropiar sus tierras y sus casas y no pueden hacer nada para evitarlo.
Theodore Boone no le ve ningún sentido a lo de la carretera, porque va a costar 200 millones, mientras que en su colegio han despedido a algunos profesores y eliminado sus asignaturas a causa de la reducción de fondos del Ayuntamiento. Su madre opina que lo de la carretera es una soberana estupidez, pero su padre cree que será algo bueno para la economía del pueblo.
Theo acaba metiéndose en el asunto de la carretera cuando un compañero de clase llamado Hardie le pide consejo legal, ya que nadie en el colegio sabe más de leyes que Theo. A los abuelos de Hardie van a expropiarles la granja para construír la carretera y están todos muy preocupados porque la granja pertenece a su familia desde hace generaciones y no saben qué hacer. Theo le explica que, desgraciadamente, la ley de expropiación dice que su el Estado demuestra que necesita sus tierras, tiene derecho a expropiarlas y no hay nada que pueda hacer para impedirlo.
Pero Theo descubre que detrás del proyecto de la carretera hay un trasfondo de corrupción e intereses políticos, y junto a sus amigos iniciará una campaña para impedir que la construyan.

Esta es la cuarta y de momento última entrega de la serie juvenil de Theodor Boone y pese a ser una novela juvenil, toca un tema serio y realista, como es la construcción de una carretera y lo que eso implica para los que tienen la desgracia de vivir por donde va a pasar. Me encanta cuando en sus novelas judiciales Grisham la emprende contra las grandes corporaciones (una compañía de seguros en “Legítima defensa”, una tabacalera en “El jurado” y una compañía farmacéutica en “Los litigantes”, entre otras) y este no podía ser menos, aunque al tratarse de una novela juvenil le da un enfoque más light.
En los libros anteriores la parte más divertida era la del Tribunal de Animales, donde Theo tenía que representar a algún animal cuyo dueño había sido denunciado por su causa (la llama que le escupe siempre a la misma persona cada vez que la ve, el loro que insulta a la cotilla del barrio, etc.), pero en esta ocasión se ocupa de un caso muy serio, pues unos tipos le dan una paliza al perro de Theo y casi se lo cargan, y a mí, como amante de los animales, me costó bastante leer esa parte.
De todas formas el libro es muy bueno y de fácil lectura, como los anteriores, se pasa enseguida y aún aprendes algo sobre leyes de expropiación. Ahora espero que Grisham siga sacando más libros de la serie.

No hay comentarios:

Publicar un comentario