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jueves, 2 de octubre de 2014

Un día en Horrorlandia, de R. L. Stine


Los Morris tenían intención de llevar a sus hijos, Luke y Lizzy, y al amigo de Luke, Clay, al parque temático de Zoo Gardens, pero acaban perdiéndose y llegan hasta un tétrico parque de atracciones llamado Horrorlandia. Nada más llegar su coche explota sin ninguna razón, y mientras sus padres van en busca de un teléfono para alquilar otro coche, los tres niños tienen permiso para recorrer el parque de atracciones y montarse en todas las atracciones que puedan. Pero algo extraño pasa en Horrorlandia. El parque está prácticamente desierto y las atracciones en las que se montan y/o entran, El Tobogán Maldito, la Casa de los Espejos, el Crucero en Ataúd, son verdaderamente terroríficas y los efectos especiales son demasiado buenos, como si fueran reales...

Tengo que decir que me gustó más el otro que leí, el de “¡Hay algo vivo!”. Este es únicamente entretenido, y como lo recordaba claramente de la serie, pues no me sorprendió tanto su giro de las últimas 30 páginas. Supongo que si lo hubiera leído con 10 años mi reacción habría sido muy diferente.
Eso sí, es muy fácil y rápido de leer, y puede hacerse prácticamente de un tirón. Yo así lo hice.



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