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miércoles, 19 de noviembre de 2014

La guerra de las salamandras, de Karel Capek


Karel Capek es un autor checo de los años 30 y está considerado como uno de los máximos representantes de la literatura checa. Es conocido sobretodo por ser quien acuñó el término “robot” y en vida fue un firme opositor de los regímenes totalitarios y fascistas que empezaron a aflorar en Europa. Pudo llevarse el Nobel de Literatura en 1937, pero no se lo dieron por temor a la reacción alemana. Capek murió en 1938 de una neumonía, tres meses antes de que Hitler invadiera Praga, así que por fortuna no llegó a ser testigo del ascenso del Fürher al poder.

“La guerra de las salamandras” es su obra más conocida y en ella hace una crítica, con mucha ironía, del capitalismo y del nacionalismo alemán.
En una isla del Pacífico se descubre una nueva especie de salamandra, del tamaño de un niño, que puede andar a dos patas, hablar y realizar tareas básicas. Los capitalistas y emresarios ven un filón en ellas y empiezan a utilizarlas como mano de obra barata. Como se reprooducen muy rápido enseguida se extienden por el planeta y la gente pronto se acostumbra a utilizarlas para todo. Pero entonces surge el conflicto entre salamandras y humanos, y como las salamandras los superan en número en 10 a 1, los humanos no pueden hacer nada contra ellas y éstas se adueñan del mundo.

Yo pensaba que, como era de un autor checo de los años 30, el libro sería un tostón, pero es todo lo contrario. Está escrito en un tono muy desenfadado y con mucha ironía, y es muy ágil y de fácil lectura. Además es un libro que te hace reflexionar, porque bien mirado las salamandras representan claramente el nacionalismo alemán (llámale nacionalismo, llámale fascismo o nazismo de toda la vida), porque al igual que las salamandras los movimientos nacionalistas se extendieron por toda Europa y todo el mundo lo vio como algo normal, hasta que se radicalizó y acabó con las libertades individuales y el libre pensamiento, y entonces ya fue demasiado tarde para reaccionar.
Yo no conocía a este autor hasta que mi bibliotecario me habló de él, y como siempre que me hace una recomendación, he quedado muy satisfecho. Mi consejo: sigue las recomendaciones de tu bibliotecario. Nade sabe más de libros que él.

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