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miércoles, 28 de octubre de 2015

Charlie y la fábrica de chocolate, de Roal Dahl

Charlie Bucket es un niño que vive con sus padres y sus abuelos maternos y paternos en una vieja casa destartalada y a duras penas consiguen subsistir con el dinero que trae a casa el padre de Charlie, situación que se agrava cuando el hombre pierde su empleo.
El día que Charlie espera con más ilusión es el día de su cumpleaños, pues es el único día del año en el que puede comprarse una tableta de chocolate. Willie Wonka es el propietario de la única fávrica de chocolate de la ciudad y su chocolate es el más rico del mundo. Hace años su fábrica daba trabajo a la mayoría de los habitantes de la ciudad, hasta que Willie Wonka descubrió que algunos de sus trabajadores le estaban espiando para la competencia, y echó a todo el mundo a la calle y cerró la fábrica. Pero últimamente se ha visto salir humo de las calderas de la fábrica y todos pensaron que volvería a darles trabajo, pero no ha sido así y nadie ha visto a Willie Wonka en todo este tiempo.

Este año Charlie tiene un motivo más para desear que llegue el día de su cumpleaños: Willie Wonka ha decidido abrir las puertas de su fábrica a los cinco niños que encuentren los cinco billetes dorados que ha escondido entre los millones de tabletas de chocolate Wonka que se venden en todo el mundo.
Al solo poder comprar una tableta de chocolate, Charlie sabe que él no será uno de los niños afortunados, pero se deja contagiar por la ilusión de su abuelo Joe, que hace años trabajó en la fábrica de chocolate y le cuenta las maravillas que había en su interior y cómo era el señor Wonka. Como era de esperar, su tableta de chocolate no es una de las agraciadas y todos quedan decepcionados en la familia, pero el abuelo Joe no deja que Charlie pierda la esperanza y le da una moneda para que se compre otra tableta, pero esta tampoco contiene el billete dorado.
El primer billete aparece poco después de difundirse la noticia de los cinco billetes dorados y los siguientes no tardan mucho en ser descubiertos, con excepción del último.
Charlie se ha resignado a no ser el quinto niño afortunado, pero un día encuentra en la calle una moneda y decide probar suerte una última vez, y sorprendentemente encuentra el último billete dorado.
Charlie le pide a su abuelo Joe que lo acompañe para agradecerle que lo animara a no perder la esperanza y en la fecha señalada se presentan en las puertas de la fábrica junto a los otros niños y sus padres, ilusionado por descubrir el secreto que Willie Wonka esconde entre sus paredes.

Roal Dahl es uno de los autores infantiles más conocidos y muchos de sus libros fueron adaptados al cine (Charlie y la fábrica de chocolate, Matilda, Las brujas, Jim y el Melocotón gigante... ). Recuerdo que en el colegio nos pusieron de leer el de Matilda de lectura obligatoria y cuando me tocaba leer en voz alta me daba tal ataque de risa que no podía continuar y tenía que seguir otro (de hecho “Matilda” es uno de mis libros infantiles favoritos y me lo he leído varias veces, y la película me encanta).
De niño vi la primera adaptación de”Charlie y la fábrica de chocolate”, la de Gene Wilder, y la de Tim Burton la he visto como 3 o 4 veces (volví a verla tras leer el libro). En mi biblioteca tienen todos los libros de Roal Dahl arriba mencionados y algunos más. Yo siempre quise leer este libro, pero como tengo un montón de libros pendientes siempre lo dejaba para más adelante o simplemente se me olvidaba, pero esta vez decidí coger el toro por los cuernos y leerlo de una vez por todas. El libro me ha encantado, claro. Es muy divertido y tiene una prosa muy sencilla que hace que te lo leas en muy poco tiempo. Claro que al ser para niños es obligado que sea fácil de leer.
A continuación, la segunda parte.



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