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viernes, 16 de septiembre de 2016

48, de James Herbert

Una ucronía es un género literario en el que se coge un hecho histórico del pasado y se cambia creando una línea temporal alternativa (EEUU ganó la guerra de Vietnam, Kennedy no fue asesinado, EEUU no se independizó de Inglaterra, etc) Este momento en el que se produce el cambio a una línea temporal alternativa se conoce como “punto Jonbar” en honor al protagonista de un relato de Jack Williamson de 1930 llamado así, John Barr, que crea un universo al escoger un guijarro y crea otro diferente si escoge un imán.

Bien, pues esto es lo que tenemos en esta novela de James Herbert. Nos encontramos en Londres en 1948. La 2ª Guerra Mundial acabó hace 3 años pero los aliados fueron derrotados en el último momento cuando los nazis lanzaron un arma biológica sobre Inglaterra denominada Muerte Sanguínea, que coagula la sangre en las venas, paraliza los órganos, los dedos se gangrenan y ojos y oídos sangran hasta que sobreviene la muerte, y los únicos que son inmunes son los que tienen sangre tipo AB negativo.
Londres es una ciudad en ruinas donde muchos de sus edificios han sido reducidos a escombros debido al bombardeo alemán y los coches han sido abandonados en plena calle, y apenas queda gente a causa del alto índice de mortalidad de la Muerte Sanguínea.

El protagonista es un piloto estadounidense llamado Hoke, inmune a la plaga, que lleva desde el final de la guerra sobreviviendo como buenamente puede, con la única compañía de un perro callejero llamado Cagney. Pero buscar alimento y refugio no es lo único que ocupa el tiempo de Hoke, pues también debe eludir a un grupo de fascistas ingleses que reciben el nombre de Camisas Negras, todos ellos infectados con la Muerte Sanguínea, cuyo líder, un hombre llamado Hubble, quiere capturarle para sacarle toda la sangre, pues en su retorcida mente cree que si se hace una transfusión con ella se curará.


Hace un par de años o tres que tengo parados en casa cuatro libros de James Herbert (éste, Sepulcro, La casa de campo mágica y Entre los muros de Crickley Hall) así que decidí leerlos ahora consecutivamente para tacharlos de una vez de mi lista de libros pendientes (el de Crickley Hall lo dejaré para más adelante) y empecé por este porque es una de sus obras más célebres. Lo de las ucronías también es un género que me gusta mucho, me parece muy interesante pensar qué habría pasado si tal o cual hecho no hubiera sucedido e imaginar las consecuencias para la línea temporal. La idea de este libro me ha parecido fascinante, es como una novela postapocalíptica en el pasado, pero no me ha quedado claro si los nazis ganaron la guerra y ahora dominan el mundo o si Hitler ordenó lanzar la Muerte Sanguínea como medida desesperada justo antes de suicidarse en su búnker. A mí me parece que esta última opción es la más probable. Las primeras 100 páginas tienen un ritmo algo lento aunque luego mejora notablemente y el desenlace es más o menos lo que uno puede esperarse de este tipo de novelas. En general es bastante satisfactorio y es una de las novelas postapocalípticas más destacadas del género.  

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